PENSAMIENTO MÁGICO, VACUNAS Y COVID-19.
Por Dr. Pedro Martínez Sibaja.
Interventional Radiology
Central and Peripheral Doppler
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Antes que nada es grato para mi expresar que como médico de la primera línea de atención, he recibido la segunda dosis de la vacuna Sputnik V.
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Mucho se ha hablado de la infección por coronavirus, así que no detallaré lo catastrófico que ha sido la pandemia. No obstante, se hace imprescindible hablar del pensamiento mágico como una de las grandes causantes del resultado actual de la pandemia: millones de infectados y millones de muertos.
¿Qué es el pensamiento mágico?
En psicología, el pensamiento mágico hace referencia a los razonamientos y conclusiones ilógicas que se hacen sin tener pruebas científicas o empíricas que avalen tales raciocinios. Este pensamiento se ve en todas las culturas y se considera normal en parte de la infancia, es por ello que los niños creen que existe “Papá Noel, los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez”, sin embargo, a medida que su capacidad cognoscitiva se va desarrollando, tales percepciones van desapareciendo a medida que se adentran más y más en el mundo real.
La pandemia nos ha demostrado que más que una vacuna para la Covid-19, nuestra sociedad lo que necesita son millones y millones de consultas psicológicas y/o psiquiátricas ya que un altísimo porcentaje de personas viven inmersas en un pensamiento mágico, requiriendo así la intervención inmediata por parte de un profesional de la salud mental.
Hoy hace aproximadamente un año (febrero de 2021), mientras los países del mundo anunciaban la pandemia, simultáneamente se activaba el “clic” del pensamiento mágico, NO EN NIÑOS, sino en personas adultas, individuos que aparentaban un saludable estado mental, pero que en su psiquis cohabitan con pensamientos irracionales que, en mi teoría, son en parte los responsables de que la pandemia nos haya arrastrado al deplorable estado actual que vivimos hoy.
Al inicio de la pandemia cuando eran poco los casos reportados, los del “pensamiento mágico” le preguntaban a otras personas (con el fin de quitarle credibilidad a esta horrorosa realidad):
- “¿Conoces algún caso de Covis”?”
– Entonces se respondían a ellos mismos de forma apresurada:
- “Yo no conozco a nadien con Covis”.
Y fue en ese preciso momento cuando empezaron los razonamientos ilógicos propios del pensamiento mágico: la pandemia no existe, el coronavirus no existe, ese virus lo hicieron los Chinos, se escapó de un laboratorio, nos están manipulando, van a poner las antenas 5G, nos vigilan, los reptilianos, los Iluminatis, nos manipulan, Bill Gates, antivirus Norton, el nuevo orden mundial, el fin del mundo, el demonio, la conspiración, los Masones, etc.
Pues bien, este año transcurrido les mostró a quienes conviven con estos pensamientos que la pandemia por el SARS-CoV-2 es toda una (desoladora) realidad y que sus pensamientos nunca fueron el reflejo de lo que enfrentaría la sociedad, tanto así que muchos de los que negaban la pandemia ya no están con nosotros hoy, o si viven, conocieron en sus propios lechos la enfermedad de sus padres, parejas, hijos o amigos. El mismo virus les desbarató su castillo de conspiraciones.
LAS VACUNAS: UNA NUEVA ESPERANZA.
Viviendo en medio de la pandemia solo tenemos cuatro escenarios:
1. No enfermamos (cosa totalmente impredecible)
2. Nos enfermamos y nos recuperamos.
3. Nos enfermamos y el virus acaba con nosotros (y quizás con algunos familiares).
4. Nos vacunamos con cualquiera de las opciones actualmente existentes y evitamos enfermar.
Aún en medio de esta mortandad, los del pensamiento mágico continúan con sus teorías y gritan a los cuatro vientos que la vacuna es un “Microchisss” que le implantan a la persona para manipularla y controlar su mente, y exponen su conspiración sin tener ningún tipo de estudio ni sostén científico que avale lo que sale por sus bocas. A ustedes les digo: esas vacunas tienen más estudios que ustedes. Si no desean colocárselas es respetable, pero no inciten a otros que sí tienen deseos de vacunarse a que abandonen esta nueva esperanza de cuidarse de este despiadado virus.
Como médico he visto morir a personas altas, de talla baja, obesas, flacas, rubias, morenas, ricas, pobres, MAYORES Y JÓVENES, y ante este escenario, la mejor alternativa es colocarse la vacuna y tener la esperanza y la fe de que todo saldrá bien y será para mejorar.
Mis ojos han visto como parten de este mundo queridos colegas que diezmaron sus vidas para que otros pudieran vivir. Así que hoy invito a todos quienes puedan acceder a las vacunas a aplicárselas y así evitar la infección de este virus que no conoce condición social, racial, religiosa, económica, psíquica ni psiquiátrica.
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